lunes, 27 de octubre de 2014

De viaje por el país de las hachas


Descripción de la ruta

Pasaremos la noche en Mesará, y a la mañana siguiente nos dirigiremos a las montes que circundan su verde valle. Allí visitaremos dos cuevas, una de ellas conocida por ser la cuna de Zeus, pero que también a uno de los centros religiosos más antiguos del Egeo. A pesar de que no queda mucho de la época minoica en ella, la Cuna de Zeus será un excelente espacio para introducir a los viajeros en la compleja cosmogonía cretense, fundamentada en el curso a una Diosa Madre y a un hijo moribundo, visión que tiene un eco evidente en el Cristianismo, pero que en la época minoica se materializaba a través de la realización de ofrendas en las cuevas. En este orden de ideas, luego del almuerzo, que tendrá lugar en Mesará, nos dirigiremos a nuestro destino final: el palacio de Malia. En Malia recorreremos sus espectaculares caminos, últimos testigos de una red que comunicaban esta ciudad con el resto de la isla, y también sus bellas playas de arena, que, al igual que en la Era del Bronce, sirven para llegada de barcos de distintos lugares del Mediterráneo. Posteriormente haremos un recorrido guiado por las habitaciones del palacio, incluyendo también el basamento de lo que se cree eran los almacenes más grandes de la era minoica, y que habrían alimentado a una gran población urbana. Finalmente, se observarán los restos más recientes de este palacio, mostrando las diferencias entre los otros edifcios sobrepuestos: allí, el visitante comprobará con sus propios por qué se cree que la civilización minoica fue destruida a través de una serie de explosiones volcánicas, debido a la diferencia de materiales entre un nivel y otro. Así pues, finalizaremos el viaje con una copa de rakí, un delicioso aguardiente local a base de miel, y una charla sobre la influencia de los préstamos culturales entre la civilización minoica y la micénica, entre los que se incluyen la religión y el manejo de esta antigua bebida. En la noche regresaremos a Heraklión.

La ruta en imágenes 



El cuarto de la reina


Trono en la Habitación del Rey, Cnossos.



Ruinas de Malia





Cuna de Zeus, Ideón, Creta.


Mapa de la ruta




Contextualización 

La civilización cretense –que vivió entre el 2000 y el 1200 a.C- es conocida con el nombre de minoica debido a los relatos de Heródoto y Tucídides sobre el rey Minos, según la tradición griega clásica rey de Creta, y su monstruoso hijo, el Minotauro. Sin embargo, no conocemos el nombre con que esta cultura se identificaba a sí misma, pese a que contaron con tres niveles de escritura –que el arqueólogo Evans divide en pictográfica, jeroglífica y lineal-, de los cuales ha podido ser descifrado el último. A pesar de haber crecido en una isla relativamente pequeña, la civilización cretense desarrolló una sociedad profundamente jerarquizada, con una élite de sacerdotes y artistas en la cima, una clase artesana en el medio y finalmente un grueso de la población dedicada a la agricultura. Según Willets estos tres segmentos de la sociedad funcionaban en un contexto de autosuficiencia, producto de la combinación entre una agricultura próspera y la actividad artesanal. Respecto a ésta, es importante resaltar que la producción de cerámica era altamente especializada, lo cual se daba gracias a que la clase de los artistas y artesanos se mantenía gracias a la actividad de los agricultores. Por otro lado, dichos estamentos estaban articulados en torno a la figura del rey-sacerdote, a quien posiblemente se le llamaba Minos de una manera genérica, a la manera de faraón.

La mencionada jerarquización pudo ser el resultado de procesos políticos en las cuales una comunidad fue tomando control en la explotación y producción del bronce, de manera que los palacios funcionaran como centros de distribución y regulación del metal. En efecto, la vida minoica giraba en torno al palacio, el cual estaba conectado con una red de caminos hacia el exterior. La población agricultura residía en el exterior, en zonas comunes superpuestas. En el palacio, asimismo, se llevaba cabo no sólo aleación del metal, sino también la elaboración de joyas a base de oro y loza policromada. El esplendor alcanzado por la pintura al fresco es uno de los aspectos con los cuales Evans definió la periodización de la cultura en primitivo, medio y tardío. No obstante, con base en la importancia del palacio se definió otra periodización: prepalaciegaprotopalaciega y neopalaciega. En éste último periodo es que se materializaron los principales puntos de contacto entre la cultura minoica y la micénica, en la Grecia continental, lo cual ha sido establecido tradicionalmente como el inicio de la decadencia minoica. No obstante, recientes investigaciones en el área del Egeo apuntan a que dichos contactos no fueron la causa de la desaparición de la civilización cretense, sino un elemento más dentro del contexto de crisis ambiental provocado por la erupción del Tera. 
Respecto a la religión, Eisler subraya que la sociedad minoica estaba fuertemente cohesionada gracias al culto a una Madre Divina, regidora de la fertilidad, y que posteriormente se integraría a la cosmogonía griega con la figura de Perséfone y Deméter. La Madre Divina estaba asociada a un hijo moribundo, el cual es considerado el sucedáneo de la figura de Zeus Kretagenes, representado con la figura del toro. Este es un punto interesante, dado que el toro es uno de los principales elementos iconográficos de los cultos de las sociedades matriarcales, lo cual ha llevado a ideas en torno a la organización social de los cretenses. Por ejemplo, se considera que los cretenses estaban organizados en grandes fratrías, cohesionadas entre sí con la figura de mujeres que lideraban las jerarquías más locales. En todo caso, vale la pena resaltar que la religión cretense estaba fuertemente vinculada a elementos naturales, especialmente las cuevas y los accidentes orográficos, y ello se ve reflejado en el arte del periodo neopalaciego, que fue justamente la época de mayor contacto entre los habitantes de Creta y las demás culturas mediterránea, especialmente Egipto.

Bibliografía

EISLER, Riane. Sexo, mitos y política del cuerpo. Mexico: Editoral Pax. 2000

WILLETS, F.  La civilización minoica. En: COTTEREL, Arthur, Historia de las civilizaciones antiguas.  Barcelona: Editorial critica. 2000







lunes, 13 de octubre de 2014

Los misterios del Egipto Antiguo


RUTA

Este recorrido llevará al viajero a los lugares insignes del periodo de Egipto conocido como “Imperio Antiguo” (2700-2200 a.C). El primero de ellos será la ciudad de El Cairo, la capital actual, en donde observaremos los principales restos cerámicos de esta civilización en el Museo Egipcio. Entre ellas se encuentra la estatua de Micerinos, uno de los faraones que consolidó el control político a lo largo de las ciudades del valle del Nilo. Desde El Cairo nos dirigiremos a la principal ciudad del imperio, Menfis, que transliterada significa “Casa de Ptah”, en nombre del dios local. En Menfis recorreremos los principales palacios, haciendo énfasis en el célebre coloso de Ramsés II, descubierto en 1820 por un viajero italiano. Posteriormente nos dirigiremos a la zona de la necrópolis, que fue justamente la función inicial de este centro ceremonial. En la tarde regresaremos a El Cairo, para el día siguiente dirigirnos al Valle de los Reyes, con el objeto observar con plenitud la imponente pirámide de Jufu, conocida también como Keops, construida alrededor del 2570. La meseta de Guiza nos permitirá tener una vista de cómo la consolidación de un estado paralela a la capacidad de extraer recursos con ayuda de una mano de obra abundante y especializada concedió a los dirigentes la capacidad de erigir los imponentes monumentos de la época, tales como la Gran Esfinge, los templos funerarios y las mastabas de los nobles. Estas grandes estructuras son el reflejo de un poder político y religioso que aún puede percibirse en las estelas y jeroglíficos del valle. Finalmente, el viaje concluirá en el sur, en las ruinas de otra necrópolis que a mediados del Imperio Antiguo se consolidó como un importante centro religioso y cultural: Elefantina. Allí observaremos todos los logros de las dinastías IV y V, materializados en el diseño urbano que permitió a los núcleos de población de principios del tercer milenio III ganar un nivel de independencia que llevaría finalmente a la colisión del Imperio.

Mapa de la ruta



La ruta en imágenes



Estela de Shespy: Este tipo de estelas relatan son una de las principales fuentes para entender el papel político y religioso representado en el Faraón, lo cual se realizó en detrimento de la casta sacerdotal de las principales ciudades de Nilo.

Contexto Histórico

El Egipto antiguo distó de ser una entidad organizada centralmente, sino un mosaico de centros político-religioso que controlaban la producción en las zonas agrarias circundantes, y que generalmente estaban limitadas a las riberas de Nilo. En torno a esta arteria fluvial se organizarían los principales centros urbanos, en los que a partir de la primera dinastía, en el 2700 a.C, Menfis vendría a ejercer un rol predominante. La figura del Faraón, así pues, surgió como símbolo y reflejo de la relación entre la vida rural y la capacidad de una casta sacerdotal de controlar a la población campesina. Asimismo, este periodo se distingue de los otros imperios egipcios por el nivel de autocracia y poder alcanzado por el monarca, lo cual materialmente se vio reflejado en las imponentes estructuras funerarias y religiosas de la meseta de Gizah y en la misma Menfis. Paralela a la figura del faraón, existía a nivel local un conjunto de visires encargados del control de una entidad territorial específica, denominada nomo, cuyo manejo fiscal se ejercía de manera individual. 


Tal fragmentación llevó a un esquema de pugnas por controlar las zonas más fértiles, que eran así mismo aquellas en donde se habían desarrollado los principales núcleos religiosos, y ello llevó poco a poco a una des configuración de las redes de poder establecidas desde Menfis, y es así como el final del Imperio Antiguo, en torno al año 2000 a.C, está caracterizado por una disminución de la arquitectura monumental por parte de los faraones en beneficio de una carta sacerdotal, que en el periodo siguiente vendría a ejercer un rol político mucho más preminente, en tanto que se convirtieron en el principal eje articulador entre las ciudades y las zonas rurales.

Bibliografia

Stead, Myriam.La vida en el antiguo egipto. Barcelona :editorial AKA. 1998

Trigger, Bruce. Historia del Egipto Antiguo. Barcelona: Critica 1985